Bajo carpas y lonas improvisadas, vulnerables a los chubascos, jueces y magistrados vivieron su primer día en paro. Un retrato inédito.

Como casi nunca, salieron a la calle y se mostraron sin togas ni corbatas. Desacostumbrados a las miradas públicas, se sumaron con tibieza a los reclamos de los trabajadores del Poder Judicial de la Federación, cuyas consignas en contra de la reforma judicial impulsada por el lopezobradorismo viene ya de tiempo.

Para los juzgadores fue como salir por primera vez del cascarón. Tenían claro el objetivo: defender su autonomía e independencia, abogar por la carrera judicial y la división de poderes, pero sumaron a su batalla un reto mayúsculo: acercarse a la ciudadanía, brindarle información sobre su trabajo y ganar adeptos, un pendiente añejo y olvidado.

“Queremos abrirnos hacia la sociedad, difundir lo que hacemos, pasamos tanto tiempo en oficinas y juzgados que los ciudadanos no nos conocen, nos perciben como inalcanzables y lejanos”, decía Daniel Marcelino Niño Jiménez, titular del Juzgado Quinto de Distrito en Procesos Penales Federales del Reclusorio Oriente, quien lleva tres años como juez; dedicó más de 17 años a aplicar exámenes, participar en convocatorias y subir escalones hasta llegar a su actual puesto, ejemplo del escarpado camino de la carrera judicial.

-Dice la presidente electa que hoy ser juez es puro dedazo –se le comentó.

-No sé de qué poder esté hablando, aquí en el Judicial hay reglas, basadas en la meritocracia.

Se paró frente a sus colaboradores: intendentes, auxiliares, secretarios, oficiales y actuarios para charlar como pocas veces, sin poses ni medallas: “Aquí estamos todos en el mismo barco y no nos vamos a dejar”.

Se soltaba cuando los automovilistas dedicaban un claxonazo de apoyo o vecinos acercaban a los paristas botellas de agua y comida.

“Nosotros no tenemos partido”, repetía Niño Jiménez.

-Dicen en Palacio Nacional que ustedes se dedican a liberar delincuentes…

-La apreciación del presidente es inexacta, un discurso manipulado que muestra su desconocimiento: todas nuestras decisiones pueden ser impugnadas, nos revisan tres magistrados y a ellos los revisan otros 3, y hay posibilidad de que los asuntos vayan a la Suprema Corte y sean analizados por 11 ministros.

-¿Qué se busca con el paro?

No es un beneficio para trabajadores y titulares, sino para toda la población. El Poder Judicial es un bastión y no nos dejaremos intimidar, suspender labores es una forma de decir: ´aquí estamos´, y que repudiamos los ataques por sólo hacer nuestro trabajo. Sí hay problemáticas reales, como el exceso de trabajo, siempre rebasamos el horario, siempre a marchas forzadas, con familias desintegradas, es lo que se pretende ocultar para impulsar una reforma que no abona a la justicia sino a la política.

CABIZBAJOS

Más de 100 trabajadores de diversas áreas se aglutinaron frente a la puerta principal de los juzgados del Reclusorio Oriente. Era una estampa contrastante: afloraba su decisión de no darse por vencidos, de luchar hasta el final, pero en general predominaban los rostros cabizbajos, desangelados. “Hay mucha incertidumbre, no sabemos cuánto durará esto y qué tan arbitrarios pueden ser el presidente y los promotores de la reforma”, decía Laura, secretaria de juzgado.