Culiacán.- La ciudad está indignada. El asesinato de Antonio y sus hijos Gael y Alexander, el domingo pasado, ha movido fibras sensibles de los sinaloenses, que han visto desde el 9 de septiembre cómo les han arrebatado la paz.
Ayer se alzó el grito y se fijó la mira en el Gobernador Rubén Rocha Moya.
«Fuera narcogobernador», gritaban centenas de mujeres y hombres mientras caminaban por las calles del Centro de Culiacán, la Colonia Jorge Almada y el Centro Sinaloa, donde está el Palacio de Gobierno.Fue una jornada de protesta que se pensó resolver en media hora, convocada por el maestro Víctor Manuel Aispuro, director de la primaria Sócrates, donde Alexander cursaba sus estudios.
«Que por favor a los niños no, que dejen de ejercer esta violencia, que el Gobernador (Rocha) haga lo que le toca, que la autoridad haga lo que le toca, que ya queremos venir sin miedo a la escuela», dijo el maestro en entrevista al salir de la primaria para ir a marchar.
Las calles fueron tomadas de manera completa y desde el aire podía verse cómo se movía un contingente blanco. Los cálculos reservados suman al menos 5 mil personas adultas, pero entre ellas había niñas y niños también indignados.Marcharon padres, madres, empresarios, activistas, políticos y más personas solidarias que vieron en esta la oportunidad de poder expresar el coraje de haber perdido la ciudad.Según datos de la Fiscalía General, desde el 9 de septiembre a la fecha suman alrededor de mil personas desaparecidas y más de 800 asesinatos, entre ellos al menos 20 de niñas, niños y adolescentes, en medio de la narcoguerra desatada por las facciones del Cártel del Sinaloa de «Los Chapitos» y «Los Mayitos».»A ver si sigue diciendo que todo está normal, que todo está bien», dijo una de las madres que marchaban con pancartas exigiendo justicia.La madrugada del domingo 19 de enero, el padre de familia y sus hijos fueron atacados por hombres armados que querían quitarles su auto. Antonio circulaba por el bulevar California, en el fraccionamiento Los Ángeles, al norte de Culiacán, pero se resistió para proteger a sus niños.Los hombres armados atacaron el carro e hirieron de muerte a Antonio y a sus hijos. Él todavía pudo salir del carro y malherido logró caminar hasta pedir ayuda y contar lo que había pasado. Apenas terminó, cayó muerto.Luego de unas horas, se dio a conocer la muerte de Gael, mientras que Alexander permanecía con pronóstico reservado. La noche del martes 21 de enero se dio la noticia de su fallecimiento.Los asesinatos causaron la indignación de una ciudad entera que tiene un millón de habitantes. Fue la primaria Sócrates la que se levantó y llamó a una protesta que llegó al Ayuntamiento, donde se colocó un altar, pero luego giró hacia el Palacio de Gobierno, donde despacha Rocha.»Con los niños no», se leía en pancartas y se escuchaba en los coros, donde también se sumó otra consigna: «fuera Rocha».Igual gritaban adultos como niños que quieren de vuelta la noche, los parques, los restaurantes y los paseos a la playa sin tener que temer por la confrontación entre las organizaciones criminales.La señora Rocío, madre de los niños y esposa de Antonio, caminaba al frente de la marcha. Ella fue llamada por el Gobernador, pero al enterarse que sería en solitario, decidió no ingresar al despacho.Entonces la protesta subió de tono. Hubo manifestantes que dejaron los gritos y las pancartas, e irrumpieron en el Palacio de Gobierno.Hubo quiebre de cristales, destrozo de paredes de tablaroca, sillas, escritorios, papelería y más mobiliario en los tres pisos del inmueble.»Hay que quemar y decir que fue un corto circuito», dijo uno de los hombres que encabezaban los destrozos, haciendo alusión a las declaraciones de autoridades locales sobre las causas de al menos unos 20 incendios en los últimos tres meses.»No, yo también estoy enojado, pero hay que demostrar que somos mejores personas que él, que no da la cara», dijo otro de los manifestantes.La protesta se disipó y luego Feliciano Castro Meléndrez, secretario general de Gobierno, reprochó el rechazo al diálogo. Dijo que comprendía la indignación y que se seguirá buscando a la señora Rocío, pues el crimen también les ha causado una molestia interna.La indignación, sin embargo, no terminó, apenas fue un desahogo. Ya se convoca otra marcha para el día domingo en Culiacán.