Guadalajara.- El cantante de música ranchera e ídolo mexicano Vicente Fernández fue despedido este lunes en su rancho de Jalisco, con una larga misa llena de música y de cariño de su público, que no dejó solo ni un momento a la última figura de la música mariachi.
La familia del cantautor decidió que el gran homenaje al también conocido como «Charro de Huentitán» fuera en el rancho Los Tres Potrillos, que construyó hace más de tres décadas cerca de Guadalajara, rodeado de su gente y su música, y lejos de la suntuosidad que han tenido otras figuras de la cultura popular mexicana.
Esa fue la voluntad de Fernández, fallecido el domingo a los 81 años, y esa fue la manera en que su público quiso acompañarlo durante más de 24 horas en las que la Arena Vicente Fernández Gómez (VFG), contigua al rancho, permaneció abierta para cualquiera que quisiera mostrar sus condolencias, como si se tratara de un amigo querido y entrañable.
Ni la resaca del festejo del Atlas, equipo de Guadalajara que el domingo logró su segundo campeonato en 70 años, ni la cotidianeidad de las labores de un lunes deslucieron el homenaje al ídolo que pasó sus últimos cuatro meses en un hospital privado luchando por su vida tras una caída.
El público no dejó de desfilar durante la madrugada y la mañana de este lunes frente al templete que fue colocado en el escenario de la arena, donde tantas veces el cantante presenció conciertos y campeonatos de charrería, el deporte tradicional mexicano.
De hecho, muchos acudieron al lugar vestidos con la tradicional indumentaria de jinete charro y su inconfundible sombrero.
El auditorio estuvo envuelto por las notas del Mariachi Azteca, que acompañaba a Chente, apoco de Vicente Fernández, durante sus conciertos, y que solo guardó silencio durante una parte de la noche, cuando la familia decidió hacer una oración.
El ataúd de quien fuera el máximo ídolo de la cultura popular mexicana estuvo rodeado de flores blancas, velas, un crucifijo, una bandera mexicana y la imagen de la Virgen de Guadalupe, de la que era devoto. El destino quiso que el cantante muriera justamente el 12 de diciembre, Día de la Virgen.
Una enorme fotografía del cantante en blanco y negro con la frase «Descanse en paz» era el telón de fondo para el ritual religioso que concluyó con una frase que podría resumir la vida del cantautor: «Vicente no quería que le cantáramos las Mañanitas, quería aplausos».
A la ceremonia asistieron no solo sus familiares y empleados del rancho sino sus amigos y personalidades como el boxeador Julio César Chávez y el cantante Pedro Fernández.
La misa concluyó con los potentes acordes de la popular canción «Guadalajara, Guadalajara», mientras decenas de fotografías aparecían en una de las pantallas y la gente.