Más de 200 personas, la mayoría civiles, murieron en la última masacre causada por un brutal ataque yihadista perpetrado el pasado sábado en el centro-norte de Burkina Faso, confirmó este jueves un trabajador de una ONG internacional y residente en Barsalogho.

«El pueblo perdió a más de 200 personas. Es algo nunca visto», dijo por teléfono Mahamadi Pafadnam, que trabaja como punto de contacto con la comunidad local para una organización humanitaria internacional que prefiere no nombrar por motivos de seguridad.

Grupo ligado a Al Qaeda

Se confirma así la cifra que dio el Grupo por el Apoyo al Islam y los Musulmanes (JNIM, por sus siglas en árabe), una organización ligada a la red terrorista Al Qaeda que opera en el Sahel y que reivindicó el ataque.

Al reclamar su autoría, los terroristas difundieron un video de propaganda en el que se podían ver cientos de personas que yacían sobre charcos de sangre.

«Realmente, no merecemos esto. La población de Barsalogho ha hecho muchos sacrificios. Los jóvenes se han movilizado para ser VDP», afirmó Pafadnam, usando las siglas que denominan a los Voluntarios para la Defensa de la Patria, civiles que combaten a los grupos yihadistas en colaboración con el Ejército.

Sin embargo, «el apoyo de las autoridades no está a la altura», lamentó.

Atrapados entre el Ejército y los terroristas

Los yihadistas cometieron el ataque mientras los vecinos cumplían con las órdenes militares de cavar trincheras para frenar el avance yihadista.

Al parecer, la población se había negado antes a ayudar a las fuerzas de seguridad en esa tarea al temer represalias terroristas.

Entre los fallecidos se encuentra, precisamente, el hermano de Pafadnam que, «como cientos de personas movilizadas por los militares, participó en la excavación de trincheras para proteger la ciudad de las incursiones terroristas» porque «era un chico que tenía un sentido del bien común», relató el trabajador de la ONG.

«Lo que duele es que el mismo Ejército que movilizó a las personas para un trabajo, no ha sido capaz de protegerlas», lamentó Pafadnam, al subrayar la «cólera y la incomprensión» de la comunidad de Barsalogho.

«Los ruidos de disparos se escucharon a más de tres kilómetros del lugar donde se llevaba a cabo la obra, durante varias horas. ¿Qué podíamos hacer? Nada», aseveró, con voz abatida.

EFE también pudo hablar con Antoine Sawadogo, empleado de una ONG de protección de la infancia en la ciudad de Kaya, situada a unos treinta kilómetros de la urbe golpeada y a cuyo hospital fueron trasladados muchos heridos civiles.

«En la ciudad, la masacre de Barsalogho es el único tema de conversación. La gente se debate entre la tristeza, la rebelión y el miedo», declaró.

«Todavía no podemos entender cómo puede haber ocurrido una tragedia así (…), especialmente con tantas víctimas civiles», agregó.

Según este trabajador humanitario, aunque la calma ha regresado a Barsalogho, gran parte de la población de los pueblos de alrededor se ha desplazado a Kaya por miedo.