Desde 1945, Anita Schlittler y Arnoldo Káiser regentaron una imprenta y fábrica de libros en el centro de San Luis Potosí. Cerca de 80 años después, el hallazgo de cientos de películas de cine reveló su verdadera profesión como cineastas caseros.
En Crónica Escenario platicamos con el realizador y nieto de aquellos personajes, Andrés Kaiser, quien combina cientos de películas caseras y fotografías del tesoro de imágenes pertenecientes a sus abuelos migrantes creando un espectáculo cinematográfico repleto de analogías en Teorema de tiempo.
El nacido en San Luis Potosí reflexionó sobre la hechura de la cinta que le llevó una década armar. “Creo que, en cierto modo, las películas, una vez que uno las termina, ya pierdes control sobre ellas. Puedes controlarla en el sentido de cómo a ti te gusta o cómo piensas que está bien contada, pero, una vez que se termina, el viaje de la película ya no es tuyo, es de alguien más”, dijo.
“Hay una serie de personas como programadores y gestores culturales que tienen que navegar en un mar brutal de contenido, porque hay muchísimas películas y espacios muy limitados para programarlas”, sumó.
“Entonces, la verdad es que no teníamos muchas expectativas en cuanto a lo que sucedería con la película. Yo quería terminarla y que se viera, y ya para mí era un éxito haberla terminado y que la gente pudiera ver esta historia”, agregó el joven director, quien ganó el Ariel a Mejor Documental el año pasado.
Durante los últimos meses el filme ha tenido un impacto positivo donde ha podido verse: “Resultó que le fue muy bien, tuvo una buena acogida y fue agarrando fuerza. Se fue presentando en festivales y ganando premios. Finalmente, el año pasado ganamos ese premio de la Academia Mexicana. En ese entonces me decía que resultaba muy chistoso, si mis abuelos vivieran y vieran que sus películas están aceptadas dentro de la academia, no sé, no me creerían, se encantarían”.
“Pero digamos que en ese tiempo de exhibición fue muy provechoso ver el recibimiento de la gente. Incluso en China, cuando la publicamos en Shanghai, la gente se identificó mucho con la película porque se vieron reflejados en sus familias. A pesar de que son países totalmente distintos, creo que es un éxito”, añadió.
El proceso detrás de Teorema de tiempo fue arduo e implicó ciertas decisiones creativas y narrativas interesantes para Andrés. “Había muchas cosas que nos gustaban mucho, pero la pregunta no es qué es lo que nos gusta sino qué es lo que cuenta el proyecto”, comentó el cineasta.