PARÍS. El día que ardió Notre Dame, el arquitecto mexicano Alejandro Arredondo llevaba dos años viviendo en París y su tristeza fue igual a la de los franceses que vieron en directo la destrucción del templo. No sabía aún que con su trabajo, y el de muchos otros, el templo reabriría apenas cinco años y medio después.

Su participación en la reconstrucción vino de la mano de una empresa para la que este especialista nacido en Coacalco, Estado de México, llevaba trabajando tan solo unos meses aquel fatídico 15 de abril de 2019.

«No sabía que aquel día iba a cambiar mi vida y mi trayectoria», rememora Arredondo en una entrevista con EFE, a escasos días de la gran reapertura del próximo sábado.

Junto a muchas otras, su empresa fue una de las seleccionadas para arrimar el hombro en la gesta de reconstruir Notre Dame en el menor tiempo posible, un esfuerzo presupuestado en 700 millones de euros que ha incluido desde las más altas tecnologías hasta los oficios más tradicionales, como el de cantero o carpintero.